DESESTABILIZAR
ES EL JUEGO
Publicado en Correo el 06 de octubre 2018
Tres días antes de las elecciones el juez
Hugo Núñez Julca decidió la anulación del indulto humanitario concedido por PPK
a Alberto Fujimori. Como los acontecimientos posteriores lo demostraron fue un
gesto político para evitar la vacancia presidencial que ya estaba corriendo. Núñez
Julca solo procedió de acuerdo a lo señalado por la Corte Interamericana de
Derechos Humanos pero la oportunidad resulta cuestionable. Si ya había
desinterés en el proceso electoral del domingo dar a conocer esta decisión ha
perturbado aún más el clima.
El país es una hoguera política con una
peligrosa polarización y el resurgimiento de la indignación y la ira. Cuando ya
el Congreso terminaba de cumplir con su tarea con el ultimátum de un Vizcarra envalentonado
que también jaqueó públicamente al fiscal de la Nación, Pedro Chávarry buscando
su salida. Lo encontró demasiado respondón lo que no hace bien a ninguna de las
dos autoridades. En este contexto ya alterado no había necesidad de mover el
tema del indulto. El proceso electoral es importante y el país necesita calma
para la reflexión si no queremos echar por la borda la democracia.
Le toca al presidente tranquilizar los
ánimos a comenzar por él mismo. El indulto a Fujimori ya no estaba en la agenda
y las turbulencias parecían superadas. Este volver a empezar nos coge en un
ambiente difícil, de crisis institucional y política que puede alcanzar a la economía
si nos descuidamos y continuamos con gestos irresponsables. Necesitamos un
ambiente en que se construya la legitimidad política que los escándalos de corrupción
han liquidado. Los políticos, funcionarios,
magistrados y autoridades están desprestigiados, nos toca apelar al
involucramiento ciudadano que no se logrará si los mayores responsables, en
este caso deberíamos comenzar por el presidente Vizcarra, no cambian de
actitud.
También en nuestro país hay
justos que podrían pagar por pecadores. Mi solidaridad con el profesor Jesus
Munive Taquía, ex funcionario del Ministerio de Transportes, que integró la
Comisión que dio la Buena Pro a Odebrecht para la Línea 1 del Metro, está
siendo amenazado por una prisión preventiva de tres años cuando no existen ni
indicios ni pruebas de que hubiera recibido soborno y hace más de diez años que no ha viajado fuera del país y
permanece en su mesocrática casa de San Borja construida hace 20 años. El solo cumplió con los procedimientos
legales. Cuidado con las injusticias y con los juicios mediáticos.
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