UN PERÚ DIFERENTE
En Correo el 9 de diciembre 2017
Nuestro sistema judicial está pasando por una etapa de consolidación a la
fuerza. Nunca antes debió afrontar una prueba como la presente por la cual los
titulares de los poderes fácticos, empresarios, periodistas o políticos al
estar involucrados, deben enfrentar la cárcel preventiva, dada la dimensión de los indicios
que doblegan la presunción de inocencia.
El Ministerio Público y el Poder Judicial están obligados a la independencia
para restablecer la confianza. Los políticos y la prensa, gremios y academia deben
colaborar apuntalando a jueces como Richard Concepción Carhuancho que
se ha revelado implacable al ordenar prisión preventiva contra un ex presidente de la República y su esposa, contra
cuatro importantes ejecutivos de las empresas que trabajaron con Odebrecht y al
autorizar el allanamiento de dos locales partidarios del fujimorismo sin tomar
en cuenta a la superpoderosa bancada congresal.
El Perú es diferente ahora y la gente acusa el impacto de ver como nunca
antes a integrantes de los sectores más altos de la política y de la empresa tras
las rejas. Sin distinción de apellidos, poder y dinero, la justicia parece igual
para todos. Pero las actuaciones, fallos y sentencias deben ser justificados.
Ningún abuso podría legitimar una justicia vengativa o arbitraria. Un delito no
se responde con otro.
Quienes se pretendían intocables están furibundos. Es cierto que puede ser
excesiva la prisión preventiva de 18 meses tanto para Ollanta Humala como para los
grandes empresarios. Pero en ambos casos mandan los hechos, en el primero las
agendas y los testimonios, en el segundo los testimonios y los documentos que
grafican el pago de las consorciadas por 15 millones de dólares por riesgos
adicionales. Y en cuanto al fujimorismo su respuesta ha sido intemperante.
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