JUGAR
CON LA VACANCIA
En Político.pe el 2 de diciembre del 2017
Un día sí y
otro también escuchamos hablar de la culpabilidad del presidente PPK en el Lava
Jato peruano. Lo tratamos como si fuera el presidente de un club de barrio y no
la más alta autoridad, aquella que según la Constitución, personifica la
nación.
Las instituciones
importan titulaba un informe del BID de fines del siglo pasado. El orden
constitucional, importa y los principios de la democracia deben ser puestos al
abrigo en este vendaval que amenaza con liquidar nuestra clase política sin
dejar piedra sobre piedra. PPK hace bien en defender su investidura porque con
ello la preserva de la manipulación y la banalización interesadas por quienes
han asumido posición de moralizadores con poca memoria de su pasado como
fujimorismo gobernante. Fungen de catones sin recordar que en la década del noventa
hubo tres gobiernos autocráticos y corruptos que violaron el ordenamiento legal
del Perú. Muy bien que sus actuales representantes, fans de Keiko Fujimori, luchen
contra la corrupción pero deben recordar y aplicar los principios de la
constitución que protegen a las autoridades legítimas. Desterrar la impunidad
sí pero no arrojar el agua sucia con el bebe adentro.
Es un espectáculo
penoso la exhibición de voluntad de acusar y destituir al Fiscal de la Nación y
a los cuatro miembros del Tribunal Constitucional a lo que podría seguir el cese
del Presidente Kuczynski y sus vicepresidentes, de suerte que el Presidente del
Congreso, de color naranja, asuma el ejecutivo y haga posible la victoria presidencial
de Fujimori en el 2021.
Todo parece burdamente
cantado. En pleno vendaval Lava Jato ellos quieren proteger a sus líderes derribando
instituciones sin importar el costo para el Perú. Solo les interesa demostrar
su fuerza como mayoría parlamentaria frente a un Ejecutivo débil sin mucha capacidad
de reacción. Y si la tiene harán todo lo necesario para descalificar y destruir
a quien esgrima argumentos constitucionales para impedir que PPK se ponga
voluntariamente en las garras del monstruo.
La mayoría fujimorista
no tiene los 87 votos, solo las minorías parlamentarias unidas podrán evitar
que se sacrifique la vida democrática y nos pongamos en la ruta del temible
Estado fallido.
Porque un
pueblo sin memoria repite lo peor de su historia. Si la crisis que vivimos no
encuentra fuerzas que representen el saneamiento moral urgente, el Perú quedará
en manos de quienes abran las puertas al antisistema. Y el grito de que se
vayan todos comenzará a escucharse.
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