LAS INSTITUCIONES
IMPORTAN
En Político.pe del 11 de noviembre 2017
Este fue el muy importante título de un informe del
Banco Mundial publicado a fines del siglo XX. Fue y sigue siendo una frase con
una instrucción clave para los pueblos que quieren alcanzar cierta madurez
democrática que los aleje del fantasma de los Estados fallidos.
Bastante tenemos con la corrupción ubicua y multiforme
para soportar ahora que en nombre de la lucha contra ese flagelo se ataque
sistemáticamente a personas e instituciones claves para el funcionamiento del
régimen democrático.
Sabemos que el fujimorismo no ha asimilado bien su
derrota electoral y que a pesar del tiempo transcurrido hay una voluntad de
exhibir su dominio, de ejercer represalias, de afirmar, como lo dijeron en sus
mensajes internos del grupo Mototaxi, la autoridad naranja para que todos sepan
quién manda de verdad en el Perú.
¿Furia resistente, inmadurez repentina o adolescencia
tardía? No importa el sentimiento, lo que interesa es que cada cierto tiempo retornamos
al entrampamiento entre Gobierno y oposición. A la insistencia en lo que parece
ser su modus operandi para demostrar quién es quién en el poder. En este
sentido los esfuerzos conciliadores de Mercedes Araoz solo significaron una corta
tregua que dio nuevamente paso al autoritarismo fujimorista en todo su
esplendor. El mismo que, nadie dudaría, responde
a un ADN histórico.
Dos aspectos cruciales colman el vaso. De un lado la
denuncia constitucional presentada por Daniel Salaverry contra el Fiscal de la
Nación considerada un despropósito por todos los especialistas, de otro lado la
exigencia al Presidente de la República para que asista a la Comisión Lava
Jato, no de grado o fuerza porque sería de locos, pero sí bajo amenaza de
acusación constitucional posterior.
Se puede entender que están molestos y que quieren
afirmar su imagen de imperio sin limitaciones en el Poder Legislativo. También que
no les ha gustado nada que el Ministerio Público investigue por lavado de
activos a Keiko Fujimori y menos que se haya reabierto la investigación contra su
financista ex secretario general, Joaquín Ramírez.
Todo eso es entendible pero también lo es que quienes
se sienten amenazados pueden defenderse y desvirtuar las acusaciones sin
recurrir a las amenazas, represalias, escarmientos, de quienes se escudan en su
mayoría congresal aplastante.
Peso numérico contra razones y procedimientos. Ya
habían anunciado que iban a “tomar todas las acciones legales” por el “atropello” del Ministerio Público y que irían
“hasta las últimas consecuencias”. Y al parecer estas son. No les importa votar
el agua sucia con el bebe adentro.
Porque lesionar al Ministerio Público y a la
Presidencia de la República es un costo demasiado alto para un Estado que se
pretende democrático. Ni siquiera cabe entrar a discutir la argumentación que a
todas luces es feble como sustento informativo y como procedimiento político y
legal. La acusación constitucional es un recurso extremo y grave que no puede
ser banalizado por la inmadurez o peor aún por la voluntad de poder o de
represión autoritaria.
Daniel Salaverry se ha referido a la “preocupación
política” que de seguro tienen como bancada pero más preocupados estamos los
ciudadanos por la ausencia de límites que exhibe un grupo de congresistas que
aprovechando su número intenta conculcar la autonomía de órganos jurisdiccionales
y hasta la autoridad de la Presidencia de la República que personifica a la
nación.
Todos, gobierno y oposición, están obligados a defender
las instituciones, su independencia y autonomía, dentro del equilibrio de
poderes en el contexto de sus competencias. Ese es el Estado de derecho que nos
toca respetar.
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