RUIDO
Y JUICIOS MEDIÁTICOS
En Político.pe el 07 10 2017
Tenemos a dos presidentes en prisión y uno
con orden de captura, perseguido por el mundo. Para agregar a la vergüenza un
tercero, Alan García, acaba de ser presentado por el Ministerio Público como investigado
por lavado de dineros a la cabeza de una presunta organización criminal.
Un gran drama nacional y una vergüenza internacional.
Una inmensa crisis de confianza y de credibilidad respecto de los líderes y de
las instituciones. El Poder Judicial y la Fiscalía de la Nación, a cargo de impartir
justicia, no generan mayor respeto ni actúan con suficiente equilibrio. Sus
investigaciones son inacabables y se cubren con el uso y abuso de la prisión
preventiva que ignora la garantía de que toda pena privativa debe surgir del
debido proceso y de la sentencia consentida.
Tampoco funciona la presunción de
inocencia. En el reino de la desconfianza la fragilidad del Estado de Derecho
deja que avancemos a través de consignas políticas, de sesgos interesados con
la voluntad de avasallar adversarios. Hay víctimas perseguidas con ensañamiento y alegres impunes protegidos,
intocables cuya investigación aparece lenta y sin perspectivas de sanción real.
La persecución contra Keiko Fujimori, Alan
García y ahora Pilar Nores demuestra la voluntad de impactar con el “crimen
organizado” pero el ruido es prematuro y apuesta a la repercusión y sanción en
los medios. No solo en la televisión abierta y de cable, también en las
primeras planas de los diarios que levantan las acusaciones para asumirse como
jueces sumariales que rápidamente darán su fallo influyendo directamente en los
jueces y en la opinión pública.
Por eso una encuesta arroja la percepción de
que el gobierno de Alan García ha sido más corrupto que el de Alberto Fujimori siendo
que las cifras conocidas no admiten esta comparación. O que Pilar Nores es una
potentada dueña de inmuebles productos de la corrupción cuando ella misma ha
aclarado que las siete cocheras que tiene no pueden ser consideradas como siete
inmuebles de los diez que se le atribuyen.
Desinformación, manipulación, maniobras buscan
el rating mientras intereses políticos ajenos
a la justicia parecen orientar a la Fiscalía en sus “investigaciónes preliminares”
que no sabemos cuánto irán a durar. En los medios todos son delincuentes o
criminales en el altar del rating.
Es cierto que las investigaciones deben
venir sin privilegios. Que caigan los que tengan que caer una vez probados los
delitos. Pero el Poder Judicial y la Fiscalía deben respetar el debido proceso
y la reserva necesaria. Que no se presten a ventilar honras y prestigios en los
medios. La prensa tiene un rol como contrapoder, coloca reflectores en las
zonas oscuras, pero pierde credibilidad cuando arriesga el honor de las
personas en especial de los políticos.
Si el Poder Judicial y el Ministerio
Público entregan espectáculo sin resultados estarán motivando campañas mediáticas
que pueden llegar a la demolición de personajes públicos. Que a nadie extrañe
que posiciones extremas prendan en los sectores vulnerables de la sociedad para
que en las siguientes elecciones los candidatos antisistema ganen posiciones.
Necesitamos reserva y mesura, menos ruido mediático y más eficiencia sancionadora.
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