OPCIONES
NO
PREDICCIONES
En Político.pe del 16 09 17
La
discrepancia enriquece el debate. Mi muy admirado y querido amigo César Campos
afirma en este mismo portal que Mario Vargas Llosa debe purgar por siempre y
para siempre por sus torpes padrinazgos. Y habla de condena moral. Palabras
demasiado duras sin fundamento. Nuestro Nobel expresó sus opiniones en
situaciones preelectorales, opciones que no fueron aisladas, por el contrario fueron
compartidas por millones de ciudadanos que votamos por el anti en este caso para
evitar que el fujimorismo se entronizara nuevamente como gobierno.
Si esas
opiniones -que César llama padrinazgos- influyeron en las votaciones no creo que
definieran un cambio radical en el voto. Y menos aún creo que alentar una
opción electoral determine responsabilidad respecto del gobierno que de ella
saldrá, o de las cualidades o flaquezas demostradas por cada gobernante.
Los casos de
Alejandro Toledo y de Ollanta Humala llegados al gobierno en oposición al
fujimorismo no eran de ruta previsible. Si tuviéramos la facultad de
adelantarnos al futuro nos quedaríamos sin elecciones, sin candidatos y sin
votos.
Millones de
peruanos votamos por Toledo y por Humala y nada hacía prever sus corruptelas.
Un drama nacional que sentimos y repudiamos, imputable a las acciones
personales de cada uno, para nada responsabilidad de los votantes y menos de
quienes favorecieron sus candidaturas como padrinos o como partidarios.
Los elogios
prodigados por Mario Vargas Llosa a Alejandro Toledo cuando le tocó, por azar,
conducir la lucha contra Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos no son punibles.
Tampoco los que dirigió a Ollanta Humala y Nadine Heredia de quienes, como
muchos, esperó mucho más. No es difícil entender qué Vargas Llosa se sienta sorprendido
o decepcionado cuando todos los peruanos lo estamos. Es cierto que en la
campaña electoral del 2001 se mostraron evidencias de la personalidad del
candidato de Perú Posible pero estábamos en una campaña en la que las imputaciones
falsas venían desde atrás y por cierto de una maquinaria fujimontesinista muy
bien puesta y aceitada como bien vimos en la década anterior. No creímos en esos
momentos en que nos unimos en los ataques contra Toledo losque posteriormente
ganaron credibilidad con los casos lamentables de su hija Zaraí y del aprovechamiento
de la plata donada por George Soros para la recuperación democrática del país.
Justamente
con César estuvimos durante largos años luchando por esa recuperación desde el
Foro Democrático y conocimos del accionar punible del fujimontesinismo. Ahora
muchos apuestan por el olvido de lo sucedido en esa década funesta pero no
todos seguimos la senda del olvido, la permisividad y la tolerancia.
Mario Vargas
Llosa no formó parte del gobierno de Toledo, es arbitrario acusarlo de oportunista.
Si lo aconsejó con nombres como Roberto Dañino y Beatriz Merino tendríamos que
agradecerle porque fueron excelentes, íntegros y leales primeros ministros
republicanos que no podían siquiera imaginar lo que hoy estamos presenciando.
Es más, muchos respetados y respetables políticos que hoy nos gobiernan, estuvieron
en el gobierno de Toledo y no por ello les imputaríamos una corrupción que hasta
ahora se revela personal.
Vargas Llosa
es un gran escritor pero no es adivino ni futurólogo. Recomendó las opciones
que creyó mejores. Su anti, en este caso contra el fujimorismo, sigue siendo razonable
y necesario si cree, como millones de peruanos, que debemos evitar que nuestro
país vuelva a pasar por el drama nacional que vivimos entre 1990 y el 2000.
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