RECONSTRUCCION
Y POLÍTICA
Publicado en Político. pe el 22 de abril 2017
El impacto del drama de las ciudades
arrasadas, de los hogares desparecidos y de las multitudes implorantes va
pasando. Ahora estamos en otra etapa en la que se enseñorean los cálculos
económicos y políticos con riesgo de postergar el compromiso social.
La inquietud de los políticos es
comprensible. La reconstrucción determinará una importante influencia en las
poblaciones damnificadas que se reflejará en preferencias electorales como
sucedió hace muy poco en Ecuador donde la popularidad de Rafael Correa creció
por la forma como atendió la reconstrucción por los daños del sismo y por
supuesto se reflejó en la victoria de su candidato Lenin Moreno.
El fujimorismo tiene grandes
intereses en el norte afectado de donde recibió sustantivos votos en el 2016 y desea
preservar ese capital por lo cual tiene que considerar lo necesario para no
dejar toda la torta de la reconstrucción en manos del oficialismo.
Cálculos más o menos pueden no funcionar si no se
contempla el ideal de la unidad. Una catástrofe de estas dimensiones obliga a hacer
política en el mejor sentido, mirando el momento pero sin perder de vista la
historia, Y para ello la única vía es unir fuerzas, prohijar consensos vitales
para que la práctica de la reconstrucción no esté fuera de la política sino
dentro de esa gran política que considera el porvenir como construcción social.
El lema de una sola fuerza ha calado positivamente.
Y si se quiere mantener
este espíritu necesitamos un gabinete multipartidario, de verdadera unidad
nacional. Una instancia que permitirá concretar políticas públicas y leyes que todos
respaldaremos. Porque la hora del desastre no es para elucidar de qué tamaño
será la torta económica y política que podrían repartirse sino la dimensión de
la tarea que comienza.
A PPK le tocaba cambiar gabinete desde antes del
desastre del norte cuando su caída de popularidad era enorme, hoy las cifras
cambiaron pero es solo una foto del momento. Si se tienden los puentes para que
todas las fuerzas políticas puedan en conjunto evaluar la situación de lo que
toca hacer, no solo en arquitectura sino también en recuperación moral de la clase política, el
régimen podría mantener su popularidad, los políticos recuperar la confianza y todos
juntos cumplir con el rescate del millón y medio de peruanos que espera una
acción efectiva y eficiente.
La ciudadanía rechaza la
polarización y aprueba la unidad como marco de la política necesaria que no
podrá ser beligerante ni obstruccionista, menos aún calculadora o aprovechadora
del drama que viven nuestros hermanos en su propio país.
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