SIN GOBERNABILIDAD
A LA VISTA
Publicado en Político.pe el sábado 9 de abril 2016
Fiesta
electoral pero sin mucha música ni esperanzas. Lo que debía ser alegría es
preocupación. Por supuesto que hay que celebrar el cuarto proceso electoral democrático
consecutivo pero esta campaña ha dejado como ninguna claras evidencias de lo
lejos que estamos de la madurez. Desde el partidor se vio que tantos candidatos
no podían traer nada bueno y a los pocos días, ya iniciada la carrera, se daban
a conocer nuevas reglas impuestas con muchas dudas y desconcierto.
El lunes
11 tendremos resultados que nos llevarán a una disputada segunda vuelta en la
cual la polarización hará su camino. La fragmentación con que llegamos a la primera
lanza malos augurios. Las divisiones se impondrán, entre Lima y las regiones,
entre los partidos que quedaron en el camino y entre las generaciones que han
demostrado puntos de vista muy distintos para considerar lo mejor para el país.
La
gobernabilidad pasa por los consensos por ahora inexistentes y por las alianzas
que se establecerán para la segunda vuelta. Lo peor es que nos coloquen ante extremos
como acaba de denunciar Alan García, entre el chavismo o el fujimorismo, dos males
mayores que no deberían tener cabida en el Perú de estos días, pero la tienen.
La perspectiva del
retorno del régimen de los noventa preocupa a dos tercios de los peruanos. Igual
sucede con la visión chavista que parece ajena e inaplicable.
Keiko
Fujimori ha hecho de todo para dar garantías pero muy pocos le creen, el anti fujimorismo
ha resurgido con fuerza después de casi cinco lustros del autogolpe. Una marcha masiva como la del
martes deja pocas dudas sobre las dificultades que tendría que afrontar si
resultara ganadora en segunda vuelta como las encuestadoras se empeñan en
anunciar.
El
fujimorismo nunca fue receptivo a críticas y opiniones opuestas. Hoy como ayer
buscaron descalificar la marcha como fracasada cuando todos vimos su gran
dimensión y significado, con la novedad que se reprodujo en ciudades del
interior del país y en algunas del mundo dando un mensaje claro y contundente. Que
los fujimoristas no quieran escucharlo solo significa que siguen anclados en
sus prácticas y que los juramentos y las promesas de Keiko de democracia y
respeto a las formas pueden garantizar muy poco.
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