LOS ADIOSES
Falta todavía un año de gobierno de
Ollanta Humala pero en estas fiestas julias, con sus tres discursos en uno,
dejó a todos la sensación de que comenzó a despedirse. De mala manera, sin
generar entusiasmos ni recomponer ilusiones, mostrando un cansancio anticipado,
precoz, demasiado adelantado para lo mucho que debe trabajar todavía en esta
quinta parte que falta de su mandato. Su bancada así parece haberlo entendido,
sigue desgranándose lenta y dolorosamente. Gana Perú no parece un partido y
menos de gobierno, su dirigencia no da señales de fuerza y unidad, tampoco de
disciplina ni de agenda propia. Sus escuderos mayores se fueron, les va
quedando la segunda y tercera fila, sin demasiadas convicciones, habilidades ni
verdades para defender. Las críticas declaraciones de Daniel Abugattas anuncian
mayores desbandes orgánicos y muy poco futuro político para su organización política.
La tarea de un gobierno de salida es
garantizar la continuidad y la alternancia. La de la oposición que pretende reemplazarlo
es reconstruir la confianza para iniciar una nueva etapa. La crisis de fe es
muy fuerte y afecta a todos los políticos e instituciones. Por ello bienvenido
ese espíritu dialogante exhibido por el nuevo presidente del Congreso en su
primer mensaje. Y por los catorce partidos que han suscrito un documento para reforzar
consensos dentro del Acuerdo Nacional. Excelente iniciativa. Necesitamos la
palma de olivo y la mano extendida para la construcción conjunta contra la
criminalidad organizada y por la
estabilidad económica, entre otras urgencias. El tramo que falta podría dar
forma a una despedida positiva si el Ejecutivo y el Legislativo, sin
connivencia ni subordinación, se exhiben eficientes para abordar lo que la
ciudadanía está exigiendo a partir de la delegación de facultades. Sin que olviden
la reforma política para las elecciones generales cuya campaña deseamos nos
ofrezca un buen presidente al final del camino.
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