sábado, 18 de julio de 2015


LA PREGUNTA
 
Publicado en Correo el 18 de julio del 2015
 
La reacción de Nadine Heredia en el Congreso es vista por algunos como un triunfo político y por otros como un montaje de un libreto que hizo de mentira verdad. Se mostró indignada por una pregunta -supuestamente de índole personal y sentimental- que hace más de dos meses formuló Marisol Pérez Tello a Rodrigo Arosemena. Su confusa intervención dejó la idea de que la pregunta había sido para ella y en esta sesión por lo que se sentía denigrada como mujer.

Lo que  Heredia relató no fue la pregunta sino el preámbulo que Pérez Tello le hizo a Arosemena, ex gerente de Antalsis, la empresa de Martín Belaunde Lossio, quien en su momento respondió correctamente y sin problemas sobre el número de veces que había visitado Palacio o a la primera dama.

La pregunta es pertinente porque Arosemena puede ser el hombre puente entre el investigado MBL y Palacio de Gobierno. Si Pérez Tello se excedió en el preámbulo no interesaba porque nadie lo conoció desde que se formuló en sesión reservada. Nadine Heredia lo publicitó con palabras pensadas para el escándalo que logró con medias verdades, distorsión y victimización efectista. Su condición de mujer es respetable pero no implica que no se le pueda investigar, más aún cuando está en la cumbre del poder aunque se pretenda ciudadana de a pie, condición desmentida por su larga corte de vigilancia, protección y adulación.

Reclamó también Heredia por la notificación que le informó su paso de invitada a investigada la cual no siendo una sentencia no puede contener imputaciones que corresponden al informe final. La primera dama, secundada, defendida y apoyada por el presidente de la República ha dado una señal de imposición de opacidad. Su libreto pudo haberle significado un triunfo pero podría ser pírrico. Porque si exigimos un mejor Congreso que fiscalice para sancionar la relación entre poder y corrupción no lo tendremos impidiendo el trabajo, inculpando o satanizando a congresistas correctos y responsables como Pérez Tello. Así solo se garantiza la mediocridad de la política que desciende a niveles de escándalo o se ofrece sumisa y obediente a los dictados del gobierno de turno.

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