EL ESTADO DE DERECHO
NO ES UN LUJO
Publicado en Portal Punto de Encuentro 08 05 15
El imperio de la ley, la
subordinación al Derecho es una necesidad del desarrollo de una sociedad y de
una nación, no es un lujo ni un capricho, es el indicador de la madurez cívica
y moral de un país. Esto hace importante que todos luchemos contra la
transgresión legal que degenera en criminalidad y corrupción. Más aún cuando en
nuestro continente vemos tan desigual performance sobre el respeto a los principios
democráticos y a los derechos humanos.
El ascenso de la criminalidad, del tráfico de drogas, de
armas y de personas es un flagelo creciente que redunda en altísima inseguridad
que erosiona la democracia. El primer derecho del ser humano es a la vida y la
primera obligación del Estado es la protección y la seguridad a los ciudadanos
que lo sostienen con sus impuestos. Esa es la lógica y la cuestión sustancial
que legitima toda autoridad, toda capacidad y toda posibilidad de obedecer a
quienes nos gobiernan.
Cuando Ollanta Humala fue elegido Presidente un factor esencial
de su legitimidad fue que en su calidad de ex militar daría a la inseguridad ciudadana
y a los consecuentes temores una solución institucional para que todos nos
sintiéramos más protegidos y a salvo. Pero transcurridos casi 4 años de
gobierno la situación se ha agravado. El régimen democrático no ha aportado tal
solución y el gobierno y las instituciones se vienen deslegitimando bajo el fuego
cruzado de la crítica y el descontento. Si no hay eficiencia el círculo vicioso
se instala contra el imperio de la ley está que debe estar por encima de la
voluntad de cualquier individuo o grupo de individuos. Es ahí donde las
rupturas, las ambiciones y las corruptelas se hacen posibles.
Frente a eso debemos fortalecer al Estado y no justificar
derivas autoritarias para poner orden. El respeto constitucional es una
garantía y no un capricho. Por eso la mayoría parlamentaria y los partidos
democráticos esperan que el presente régimen culmine su periodo sin que ello
signifique aceptar chantajes ni imposiciones como el rumor de un posible cierre
del Congreso que los oficialistas han puesto a correr para presionar una
delegación de facultades legislativas extraña para un gobierno en su último
tramo. Se afirma que Pablo Cateriano -que hábilmente logró la investidura
congresal para su gabinete- haría cuestión de confianza para que dicha
delegación de facultades sea concedida. Si no es así el Congreso estaría bajo
amenaza de disolución constitucional al obligar a la renuncia a dos primeros
ministros.
Esto forma parte de la incertidumbre que el gobierno -a
comenzar por el mismo presidente Humala- parece estar buscando con sus ataques
y exabruptos. Esperemos que nuestros congresistas democráticos sepan manejar la
situación dando tranquilidad a los ciudadanos ya exacerbados por la
ineficiencia y la incapacidad en el actual régimen. La incertidumbre podría
degenerar en una situación caótica y de descontrol que nadie desea y no nos merecemos.
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