¿ACUERDO TÁCITO?
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23 años después retornaron los temores de una
intervención civil militar tipo cinco de abril. Nada más indeseable pero el
fantasma permanece en algunos ambientes aunque en otros haya sido rápidamente
conjurado en atención al objetivo político común de preservar la democracia. Ello
a pesar del mismo Presidente que después de colocar a su ministro más
confrontacional como premier continúa alentando el conflicto contra el dialogo que
Pedro Cateriano ha logrado instalar desde que como político y demócrata sabe
que no todo puede ser guerra. Por eso conversa y apuesta positivamente por el
voto de confianza del Congreso y sintoniza con el objetivo mayor de la culminación
del periodo constitucional. Paradójicamente no es el nacionalismo el que pone
los paños fríos, no es el presidente el que busca la serenidad con madurez
cívica, por el contrario se prodiga en censurables exabruptos que dan la idea
de que no acepta que el Perú necesita estabilidad por encima de todo.
El diálogo con Cateriano viene funcionando a diferencia del convocado por
Ana Jara que fue solo una reunión de amigos con el único resultado de reorganizar
una DINI antidemocrática al punto de provocar la mayor derrota política del
gobierno con la censura de la dialogante. Y gracias a este talante del premier y a la madurez de la oposición parece haber
surgido un acuerdo democrático para que los políticos depongan
circunstancialmente sus banderas de lucha y acepten la investidura del gabinete
Cateriano. Alan García, presunto mayor enemigo del premier, marcó prontamente el tono de la etapa al decir que “el aprismo se mantendrá en serena y
vigilante expectativa”. Cateriano se beneficia con la visión del estadista
y capitaliza el interés común por superar el frenazo económico, la disminución
de la inversión pública y privada, el desempleo y la inseguridad que vienen dando
la imagen de un gobierno débil y de un Estado ineficiente. Estamos ante un
pacto tácito útil y saludable para estos meses en el objetivo de evitar el
cierre del Legislativo. Aunque a partir del 28 de julio – ya en plena campaña
electoral- podrían recomenzar las hostilidades. Ojalá no fuera así. Cateriano debería
ser el último premier humalista. El país necesita prioritariamente descartar
nuevas crisis sin forzar situaciones extremas ni ambiciones desmedidas.
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