¿ANTESALA DEL AUTORITARISMO?
Publicado en Correo el 17 de enero del 2015
Correo Semanal reveló con documentos y
videos que los aparatos de Inteligencia del Estado siguen sistemáticamente a los
adversarios del gobierno. Que incurren en una práctica vedada haciendo víctimas
del reglaje a políticos y empresarios. ¿Estamos ante un espionaje para atacar y
debilitar a los presuntos enemigos, desprestigiarlos
y silenciarlos para que dejen de molestar? ¿O es la antesala de algo mayor?
El tema es grave y no puede
responderse con simplezas. La responsabilidad se extiende y va hasta el
presidente Ollanta Humala, pasando por el Director de la Policía y el Ministro
del Interior Daniel Urresti. De poco sirven los desmentidos aunque sean
enérgicos como el de Ana Jara.
Cuando el Estado espía no para optimizar
la seguridad sino para lesionar a sus adversarios, los derechos individuales están
en riesgo. Lo conocemos y lo
sufrimos durante el fujimontesinismo cuando una red judicial y otra militar tuvieron
el poder omnímodo a partir de un Servicio de Inteligencia ubicuo e inmoral y de
una hegemonía informativa impuesta. No deseamos que ese peligro regrese.
Lo catastrófico
es la hegemonía del control político sobre lo que hacen los opositores y la
gente incómoda. El Estado es un actor poderoso y debe expresar auténtico
interés en descartar prácticas vedadas. No queremos al lobo cuidando las
ovejas. Y así lo parece cuando el gobierno se beneficia con las informaciones reveladas
que incluso toca empresas que tratan con los altos niveles.
Las
instituciones están para proteger la libertad no para amenazarla. La modernidad
da muchas herramientas al poder y todas las posibilidades de control para evidenciar
preferencias y debilidades individuales. Y en este sentido todos podemos ser ciudadanos
de cristal. Pero en democracia las autoridades elegidas no nos deben colocar en
vulnerabilidad desde que les confiamos nuestra seguridad al elegirlos.
La
consecuencia esencial de la denuncia de Correo Semanal es la evidencia de la vulneración
de la libertad. En democracia la promesa de seguridad constituye el verdadero
meollo del poder del Estado y de su legitimación. Ese es el problema central.
Si no nos dan seguridad ¿para qué están? El gobierno solo atina a “dudar con toda certeza” como
dijo Daniel Abugattas o a afirmar que estaríamos ante un "campañón
mediático" contra la gestión del presidente, como aseveró Josué Gutiérrez, de Gana Perú. Respuestas pueriles que
ven fantasmas por todos lados y atacan al mensajero. La ciudadanía
debe exigir investigación y sanción, la permisividad o la pasividad son un
peligro. No queremos un Estado policíaco como antesala del indeseable
autoritarismo de libreto conocido.
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