sábado, 17 de enero de 2015

ESPIONAJE POLÍTICO


 
¿ANTESALA DEL AUTORITARISMO?
 
Publicado en Correo el 17 de enero del 2015
 
Correo Semanal reveló con documentos y videos que los aparatos de Inteligencia  del Estado siguen sistemáticamente a los adversarios del gobierno. Que incurren en una práctica vedada haciendo víctimas del reglaje a políticos y empresarios. ¿Estamos ante un espionaje para atacar y debilitar a los presuntos enemigos,  desprestigiarlos y silenciarlos para que dejen de molestar? ¿O es la antesala de algo mayor?

El tema es grave y no puede responderse con simplezas. La responsabilidad se extiende y va hasta el presidente Ollanta Humala, pasando por el Director de la Policía y el Ministro del Interior Daniel Urresti. De poco sirven los desmentidos aunque sean enérgicos como el de Ana Jara.  

Cuando el Estado espía no para optimizar la seguridad sino para lesionar a sus adversarios, los derechos individuales están en riesgo. Lo conocemos y lo sufrimos durante el fujimontesinismo cuando una red judicial y otra militar tuvieron el poder omnímodo a partir de un Servicio de Inteligencia ubicuo e inmoral y de una hegemonía informativa impuesta. No deseamos que ese peligro regrese.

Lo catastrófico es la hegemonía del control político sobre lo que hacen los opositores y la gente incómoda. El Estado es un actor poderoso y debe expresar auténtico interés en descartar prácticas vedadas. No queremos al lobo cuidando las ovejas. Y así lo parece cuando el gobierno se beneficia con las informaciones reveladas que incluso toca empresas que tratan con los altos niveles.

Las instituciones están para proteger la libertad no para amenazarla. La modernidad da muchas herramientas al poder y todas las posibilidades de control para evidenciar preferencias y debilidades individuales. Y en este sentido todos podemos ser ciudadanos de cristal. Pero en democracia las autoridades elegidas no nos deben colocar en vulnerabilidad desde que les confiamos nuestra seguridad al elegirlos.

La consecuencia esencial de la denuncia de Correo Semanal es la evidencia de la vulneración de la libertad. En democracia la promesa de seguridad constituye el verdadero meollo del poder del Estado y de su legitimación. Ese es el problema central. Si no nos dan seguridad ¿para qué están? El gobierno solo atina a “dudar con toda certeza” como dijo Daniel Abugattas o a afirmar que estaríamos ante un "campañón mediático" contra la gestión del presidente, como aseveró Josué Gutiérrez, de Gana Perú. Respuestas pueriles que ven fantasmas  por todos lados y atacan al mensajero. La ciudadanía debe exigir investigación y sanción, la permisividad o la pasividad son un peligro. No queremos un Estado policíaco como antesala del indeseable autoritarismo de libreto conocido.

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