DEMOCRACIA
BAJO SOSPECHA
Publicado en Correo el 03 01 14
2014 ha
sido el año de los escándalos que continuarán en el 2015, año electoral
propicio para incentivar acusaciones, defensas y escándalos con intereses no
siempre santos. Lo que no podemos aceptar es que todos los que actúan en
política son delincuentes, corruptos o depredadores en busca de dinero y de
ganancias mal habidas. Si así fuera estaríamos tirando el agua con el bebe
adentro, arrojando la autoridad moral de la democracia como el mejor sistema
para gobernar a un pueblo.
No podemos
aceptar, por ejemplo, que todos los políticos son de un modo u otro culpables
pues ello acabaría pidiendo la mano dura que hace inviables los derechos y
garantías fundamentales de la persona. La falta de fe, de confianza, de
credibilidad en los políticos y en la democracia es el efecto más pernicioso de
la corrupción que atraviesa nuestra sociedad y que creímos dejar atrás cuando recuperamos
nuestros destinos después de la década nefasta del fujimontesinismo.
Lo terrible
es que los escándalos del 2014 tienen supervivencia asegurada en este electoral
2015 en donde las condiciones están dadas para que la red de silencios y de permisividad
frente a los corruptos comience por el gobierno y termine en los partidos que
tienen a sus líderes máximos malamente involucrados. Los corruptos siempre
consiguen mayores lealtades y apoyos que los honestos desde que millones en
ganancias están en juego. El órgano del cuerpo más sensible a la corrupción
será siempre el bolsillo donde naufragan principios y valores.
Por eso se
dice que la política no es para la gente decente y entonces la dejamos en manos
de los vivos capaces de todo para enriquecerse y perpetuarse en el poder. Idea inaceptable
que nos condena al subdesarrollo y a la inmadurez política. ¿Qué hacemos
creciendo en lo económico si nos fallan las instituciones y los líderes? Esta falencia
nos podría colocar tarde o temprano entre los estados presas de la violencia,
la delincuencia, la informalidad y la corrupción. El punto es combatir la
corrupción pero defendiendo las instituciones y la democracia. La sospecha generalizada
es tóxica y afecta a toda la sociedad y podría abrigar las peores tentaciones
autoritarias. No juguemos con fuego cuando deberíamos estar prevenidos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario