LA HUELGA MAS LARGA
Publicado en Correo 22 08 14
La huelga
médica es un demérito para las autoridades que no han sabido, no han podido o
no han querido encontrarle solución. Qué democracia puede ser la que no dialoga,
desautoriza, descalifica y reprime a sus médicos, profesionales que tienen en
sus manos la vida de la gente. Cumplieron más de 100 días y la Federación
Médica Peruana y el Colegio Médico han debido rechazar las bonificaciones
ofrecidas por írritas y ofensivas. Diálogo de sordos. Enfrentamientos cuerpo a
cuerpo. Mandiles blancos contra varillas, bombas lacrimógenas y caballos, médicos
detenidos y golpeados.
Seis soles diarios de
incremento para profesionales con 12 y 15 años de estudios mientras hay ministras
que ganan 30 mil soles sin haber estudiado. Algo anda mal en la lógica de este
gobierno. O alguien se beneficia con la huelga y su dilatación o es descomunal incapacidad
para resolver los problemas. Uno de sus pedidos es participar en la reforma de salud que
es evidente no podría hacerse sin los médicos. Puro sentido común ausente en las filas del gobierno sordo, distraído e ineficiente.
El gobierno no ha cumplido con
la escala remunerativa de las actas firmadas en 2012 y 2013. Esta huelga blanca
se ha convertido en el ícono de la escasa credibilidad gubernamental ahora en
su punto más bajo. Si Jara no aborda su solución es que no le interesan los 200
millones de pérdidas en los hospitales ni los millones de consultas externas relegadas
y menos las miles de intervenciones quirúrgicas pendientes.
Por supuesto que los médicos deben
pensar en los enfermos y no en los bolsillos, como dice Bambarén, pero no significa
admitir que los atropellen y que la
administración sectorial esté sorda a sus reivindicaciones salariales, a sus
protestas por la privatización de la salud y menos aún ante las condiciones en
que trabajan.
Los servicios de emergencia, para
los cuales nunca hay huelga, siguen funcionando abarrotados, imagen misma de la
deteriorada salud pública. Pacientes por todos lados, camillas y sillas de
ruedas. Más allá de las cifras y las distorsiones, el gobierno está obligado a
resolver problemas y el de la salud es apremiante. Que la primera ministra
recorra los hospitales, que converse con los médicos para que vea el error
político de pasar por alto una huelga de estas dimensiones y con tal efecto
social. Que se discuta y se negocie pero que no se ignore, se esconda y menos aún
se omita.
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