viernes, 25 de mayo de 2012

LA PRENSA Y EL PODER



TEMORES, INTERFERENCIAS Y CORRUPCION
  
RudyPalma, periodista del diario Perú 21, está encarcelado y está siendo tratado con gran severidad judicial por “hackear” correos electrónicos de altas autoridades desde hace 8 años. El director de dicho diario Fritz Dubois ha sido excluido de responsabilidad aunque su medio incurre en difamación, lindante con el amarillismo, publica informaciones personales sin contrastar y realiza campañas de liquidación de personajes, ahora lo sabemos, con información derivada de “hackeos” y chuponeos pero también de malas voluntades y afanespersecutorios.

¿Es  este el periodismo con calidad ética, clave para luchar contra la corrupción?. Evidentemente no. Necesitamos de uno cuya palabra sea respetada. Nadie duda de la defensa de la libertad de expresión para destapar casos de corrupción y fiscalizar el poder pero la palabra clave que acompaña a la de libertad es independencia, de los poderes económicos y políticos, para lograr una prensa con credibilidad que rechace toda práctica delictiva. Y delitos son tanto interferir o chuponear comunicaciones como difamar y exagerar informaciones para presionar, perseguir o desautorizar a enemigos políticos u obtener privilegios económicos.

Todavía se discute la llamada ley mordaza que penalizaría la publicación de todo material originado en la  interceptación.El gobierno está tratando de encontrar el punto de equilibrio que proteja el interés público como el privado. Ni los medios pueden erigirse en jueces ni un marco legal asfixiante puede interferir con su labor denunciante. Pero las pruebas deben surgir dentro del respeto a la ley y no fuera de ella, incluso cuando hay auténticas razones de  interés público. En todo caso no es el periodista de base el que puede decidir sobre la dimensión del interés en juego. Para eso está el director responsable que no puede limitarse a dar lineamientos generales o indicar que se contrasten las informaciones. Es él quien en última instancia debe separar la paja del  trigo para que el periodismo de su medio no sea delictivo ni difamatorio y sí uno de calidad ética con credibilidad.

Cuando se producen denuncias como las de estos días, de los viceministros Patricia Majluf y Enrique Juscamaita, connotado y antiguo militante del PartidoNacionalista, y en lugar de escucharlos se les expectora del poder, algo muy grave está sucediendo en las altas esferas de un gobierno que enarboló la honestidad como diferencia. Y casi todos los medios han callado estas denuncias cuando más se necesitaba de su repercusión. ¿Dónde quedó ese periodismo fiscalizador con autoridad moral que la gente espera?.

Y sobre el tema hay lecciones internacionales a la vista. La prensa no es intocable cuando se familiariza con el delito. El respetado diario inglés TheGuardian, puso en evidencia las malas prácticas de los medios del imperio de Rupert Murdoch, que hizo y hace de la prensa amedrentadora una inmensa fuente de poder en el Reino Unido y en los Estados Unidos. Murdoch y su cúpula están bajo fuego de los políticos que antes callaron por temor, porque nadie quería enfrentarse a un poder mediático inescrupuloso como el de News of the World, ahora cerrado,o al amarillo The Sun que se mantiene bajo fuertes críticas.

La prensa que usa la presión, el chantaje o el soborno derivado de interceptaciones de comunicaciones privadas, como método de investigación, debería tener los días contados si queremos que la libertad de prensa sea un valor socialmente compartido y defendido para luchar contra el abuso de poder y contra toda corrupción.

viernes, 11 de mayo de 2012

ENFOQUE ETICO DE LA CRISIS MUNDIAL



LA CRISIS DEL 2008:
                                     LA DIMENSIÓN ÉTICA

MARIA DEL PILAR TELLO

La crisis financiera iniciada el 2007 sigue siendo una amenaza. Se está produciendo lo que se temía, una crisis en W, que nos traerá mayores alteraciones en el acceso a la financiación y en la confianza de la gente. La sostenibilidad del sistema financiero mundial sigue en riesgo y la recesión puede profundizar la caída de la producción, del consumo, de la inversión y del empleo.

¿Habrían sido todo distinto si los directivos hubiese actuado con responsabilidad ética?, Este aspecto es poco mencionado cuando se habla de las causas de la crisis. Se dice que fallaron las personas que estaban al frente de organizaciones tan variadas como bancos, agencias de rating, organismos supervisores, bancos centrales, gobiernos y universidades. Que fueron planteamientos equivocados que trajeron conductas desacertadas que nos llevaron a una crisis profunda, grave y duradera. ¿Pero fueron errores técnicos y de dirección o también y fundamentalmente éticos?.

La pregunta es de respuesta compleja. Es muy fácil ser profetas del pasado. Se constata que hubo y sigue habiendo conductas moralmente incorrectas o dudosas relacionadas con algunas ideas fundamentales que llevaron a la pérdida de la confianza. La codicia parece estar en la base de dichos comportamientos, entendida no como simple búsqueda de beneficios o de lucro sino como exageración y hasta perversión del legítimo derecho a la ganancia que está en la base del sistema que permite la acumulación del capital.

Es verdad, pero la codicia no es un invento reciente, es un estimulo que ha movido siempre a la humanidad y por ello existen mecanismos de control para evitar que degenere en fraudes y corrupción sin hablar de excesos de especulación.

Pero el exceso o la perversión de la codicia tiene como marco la desregulación y la laxitud del control provocado por la creencia fundamentalista de que los mercados se regulan solos. Por ello en años recientes hemos asistido a cambios institucionales y regulatorios como la abolición en EEUU de la ley Glass-Steagall, que separaba la actuación de la banca comercial y de inversiones; incentivos a la concesión de hipotecas subprime, a cargo de empresas bajo patrocinio del Estado, como Fannie Mae y Freedie Mac; resistencia a la regulación de algunos derivados financieros, etc.[1]

Simultáneamente se crearon incentivos perversos como las altísimas remuneraciones de los directivos del sistema financiero, o la complicidad con deudores que compraban con intención de incumplir con los pagos, o la asunción de operaciones demasiado arriesgadas con la garantía explícita o implícita de los gobiernos, o los conflictos de intereses de las compañías de evaluación o agencias de rating, cuyos ingresos dependían de la valoración que daban a sus clientes, et. etc. Todos elementos que acentúan conductas poco o nada éticas.

Sin embargo preferimos levantar la noticia de los fraudes masivos como los cometidos por Bernard Madoff quien, dicho sea de paso es el único banquero tras las rejas a pesar del tiempo transcurrido y de no ser el único responsable. Incluso muchas de las acciones causantes de la crisis pueden haber sido legales lo cual no obsta para que sean muestras de conducta no ética, pues bien sabemos no todo lo legal es ético.

No lo es por ejemplo la ausencia de transparencia, la opacidad en las operaciones, la ocultación de información a los clientes, a los reguladores e incluso a los accionistas, que se producen al amparo de vacíos legales o simplemente porque la atención de reguladores, directivos y analistas se concentra en honores, gloria, riqueza, fama y todo lo que viene acompañando a la excelencia profesional relegando la buena disposición a descubrir ficciones, mentiras o distorsiones que van contra los propios deseos o implican autocríticas extremas o reorientación de valores.

Hay todo un listado por hacer de virtudes conculcadas que incluye la incapacidad de refrenar el deseo de éxito, de riqueza o de reconocimiento social, cuando son obstáculos para el correcto desempeño profesional. Y también la cobardía, la complicidad y la falta de fortaleza pues es difícil pensar que los directivos no se dieran cuenta de lo que estaba ocurriendo pero no quisieron tomar las decisiones difíciles que pusieran en peligro carreras y remuneraciones. En lugar de responsabilidad hubo soberbia, prepotencia y arrogancia en financieros, economistas, reguladores y gobernantes. Creían que todo lo sabían lo que los llevó a pensar que estaban por encima de los valores y las normas morales.

Nadie puede negar que hubo ocultación de información, asimetría le dicen, publicidad engañosa, multiplicación de operaciones innecesarias, altísimas comisiones, recomendaciones manipuladas y reparto de los costos y beneficios en la sociedad sin considerar el riesgo moral. Las instituciones financieras se aprovecharon de la responsabilidad limitada y de la excesiva confianza que les otorgamos basados en calificaciones de agencias que se equivocaron y siguen orondas poniendo notas a Estados y a empresas.

Se dice que la prudencia es la virtud principal del banquero y, del hombre de negocios pero pocos se acuerdan de ella cuando los crecimientos nacionales son altos, hay abundancia de liquidez, bajos tipos de interés y oportunidades extraordinarias de beneficios. Agencias de rating, oficinas gubernamentales reguladores, familias, empresas y entidades financieras dejan de percibir los riesgos con evidente imprudencia y optan por la complacencia que termina cuando comienza el pánico.

Y aquí aparece la noción de riesgo sistémico, es decir, el riesgo de falla del sistema, del que ninguna de las partes implicadas puede cubrirse por sí sola. Función que incluye a los reguladores y va más allá de ellos, que implica considerar los efectos de las acciones de cada uno de los agentes sobre los demás.[2] La crisis ha puesto de manifiesto que no basta prever y cubrir sólo los riesgos personales o individuales, que el peligro se da para todo el sistema y propicia que la crisis se convierta en sistémica afectando la estabilidad de todas las instituciones de la economía real.

Para los economistas una explicación ética de la crisis puede no ser relevante, entienden la crisis como fenómeno económico. Es cierto que la ética y la buena voluntad pueden no ser nociones técnicamente adecuadas pero esto es verdad a medias, los sucesos tienen dimensiones económicas, políticas, sociológicas y nadie puede negar que la confianza y la credibilidad tienen mucho que ver con el ámbito de la ética.

Las interpretaciones económicas de la crisis omiten las consecuencias de las decisiones como si estuvieran por encima del bien o del mal, No es así, la ética añade a la economía una concepción más rica de las motivaciones humanas, explicaciones distintas que pueden incluso ser más completas, que permiten perfilar mejor las consecuencias y las responsabilidades para identificar los problemas, entender mejor la naturaleza de los errores y las soluciones. Porque no se trata de una ética en abstracto, sino de una ética incorporada en los objetivos, estructuras y culturas de las organizaciones y decisiones de directivos y empleados. Una empresa ética será una empresa bien gestionada.

Una crisis financiera se evita por las conductas adecuadas de todos los agentes y por la calidad y eficiencia de los mecanismos de regulación, supervisión, información y control para contrarrestar incentivos perversos como la manipulación de las regulaciones y para evitar que los efectos indirectos de algunas grandes instituciones y mercados tengan un efecto desestabilizador mayor.

Hablamos de un clima distinto en el mundo de las finanzas en el que cada uno tenga alguna responsabilidad hacia el bien común y un rol en la creación y el mantenimiento de la confianza, cuya pérdida es una de las más importantes consecuencias de la crisis actual. La Ética no es una moda, pertenece a la vida de los seres humanos de forma indeclinable, nadie está más allá del bien y del mal.

Es verdad que no debe regularse todo, porque el exceso de regulación podría ser asfixiante y ahogar la creatividad y la flexibilidad necesarias en el mundo económico. Ello hace necesaria la autorregulación pero ésta sigue siendo insuficiente. Bien sabemos que la ética de la empresa no es la del desinterés pero si puede ser una ética del interés de todos los afectados por su actividad. Para, sobre todo, impedir que paguen los más débiles, los que se quedan sin trabajo, sin casa y sin empresa porque no pudieron cancelar la hipoteca, los inmigrantes que regresaron a sus países. Todo un mundo de dolor que pudo evitarse.



[1][1] Ver Joseph Stiglitz en su libro sobre la codicia y el capital. « Le Triomphe de la cupidité », LLL. 2010
[2] Para profundizar la noción de riesgo sistémico véase Alexis González-Tello LA REFORMA FINANCIERA ANTE LA CRISIS. En prensa,

QUE HACER CON LA CRISIS



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MARIA DEL PILAR TELLO

El gobierno se debate en gruesos dilemas en tanto sostiene a un gabinete que le ha ocasionado múltiples problemas que todavía no se sienten en la popularidad del mandatario. La guerra en el VRAE no es contra un puñado de narcoterroristas, es contra el narcotráfico que es un poder mundial instalado que no dejará fácilmente que le arrebaten territorios de producción privilegiada de su materia prima. Y en esta dimensión debe ser pensada la confrontación en la cual las frágiles fuerzas combinadas llevan las de perder frente a un gran poder económico y militar que ha puesto todo un gran país como México en el disparadero de la violencia generalizada.

No estamos como México o Colombia pero el Perú ya está ocupado en amplias zonas por el poder narco y para erradicarlo se necesitarán operaciones de verdad impecables. Más soldados y policías mártires abundarán en la pérdida del sentido de la realidad frente a esta guerra no convencional dentro de la cual la renuncia de dos ministros podría ser sólo una anécdota. El gobierno requiere asesoría política y militar de altísimo nivel, de experiencia internacional, para afrontar este problema inmenso más por el narcotráfico que por el terrorismo a su servicio. Que los ministros jaqueados hayan optado con buen sentido por la renuncia podría ser sólo el preámbulo de algo peor si no se asume el problema en su dimensión real.

Otro tema es la unidad de la bancada de gobierno en el parlamento. La cohesión de los 47 congresistas surgidos de la primera vuelta es un deber. Si Ollanta la pierde tendrá mayor fragilidad ante el embate de una derecha que quisiera empujarlo a decisiones equivocadas y controlar el gobierno. El soporte del toledismo sigue siendo esencial y toca al mandatario reformular un gabinete que le está dando más dolores de cabeza que el de Lerner al que sin embargo aplicó un tratamiento rápido sin anestesia.

Junto a los malos resultados de estos últimos tiempos está la necesidad de Humala de volver a las fuentes. Falta demasiado tiempo de gobierno para darse el lujo de la desorientación. La población apostó por el cambio, los medios derechistas aplauden el abandono de la hoja de ruta mientras Lerner y sus ciudadanos por el cambio rompen palitos para mirar al 2016. Da la impresión que estamos perdiendo de vista algo esencial. En el VRAE reformular la estrategia atendiendo la dimensión global del poder del enemigo. En lo político recuperar el centro sin concesiones a los extremos.

Y en este objetivo la izquierda debería reconsiderar posiciones y colocarse en el apoyo crítico si no quieren empujar por walk over al gobernante hacia la derecha. Se trata de proporcionarle una cantera de personajes que le permitan sostener el pragmático equilibrio centrista de la Hoja de Ruta. Que Humala al reordenar su gabinete vuelva al punto de partida para apostar por cuadros que junto al manejo de gestión pública tengan alcance e influencia en organizaciones populares, movimientos regionales y universidades.

La izquierda que permanece en el gobierno, Roncagliolo, Campodonico, Trivelli, lo está haciendo bien. Buen manejo macroeconómico más efectiva política de inclusión social y sobre todo un tratamiento eficaz y dialogante de los conflictos sociales, darán nueva fuerza y aliento a un Humala que hasta el momento ha logrado colocarse por encima del deterioro. No sabemos por cuánto tiempo más.

No estamos ante el Humala de La Gran Transformación pero tampoco ante un gobierno de derecha. Moderado, sin fundamentalismos ni fujimorismos, el presidente debe apreciar que el tiempo de Oscar Valdés se acaba. Su salida es una oportunidad.

PD. Mi solidaridad con Juan Carlos Tafur. La independencia de periodistas como él no debe ser afectada por venganzas personales cuando se trata de denuncias efectivamente probadas.