DE NUEVO EN LA TRINCHERA
Los países son como familias grandes, con sus angustias y sus problemas. Sus integrantes nos encontramos y reencontramos en torno a ideas e ideales y nos angustiamos cuando vemos que luces de peligro nos están alertando de un desastre que acecha a alguno de sus miembros o a toda la familia. Es lo que está pasando con el Perú, una sensación de urgencia lleva a sus mejores hijos a tomar acción, a ponerse en las trincheras, a alertar de lo malo que podría venir si nos equivocamos en elegir al gobernante del próximo quinquenio.
El Foro Democrático que fundamos en 1993, con un pequeño grupo de demócratas un año después del autogolpe del 5 de abril de 1992, libró dura y resuelta batalla contra la dictadura fujimorista en las peores condiciones de marginación, persecución y hostilización. Enfrentar el abuso de poder no es fácil y menos cuando estuvo tan concentrado y pervertido durante dos quinquenios continuados en los que se corrompió masivamente las instituciones de gobierno, en que se asesinó y se violó derechos humanos y se robó y depredó sin pudores ni fiscalización. Con esos mismos dineros Fujimori educó a sus hijos en el extranjero, compró medios de comunicación y conciencias en su afán de seguir depredando y enriqueciendo a los mafiosos de los cuales una parte está hoy en San Jorge y otro en el entorno de la candidata pantalla.
Los del fujimorismo no fueron errores que pudieran excusarse, respondieron a una esencia delictiva que hoy podemos sintetizar en la impúdica frase NOSOTROS MATAMOS MENOS. ¿Es lícito matar? ¿Y si se mata menos está permitido? Las respuestas las tenemos en esa democracia pervertida que encontró una resistencia valiente y meritoria, más admirable todavía cuando conocimos de la metodología venal y omnipotente del superasesor que actuaba movido por la angurria del poder, por el afán de enriquecerse y satisfacer una soberbia patológica que le llevó a ser dueño de vidas y honras, a asesinar, avasallar y robar compulsivamente.
A esta criminalidad fujimorista nos enfrentamos entonces y largamente. Pero ingenuamente la pensamos debilitada y hasta desaparecida después del impacto moral originado por el siniestro desfile de vladivideos que dieron forma a un mercado de personajes comprados en el remate de la ética colectiva. Nos equivocamos, subvaluamos el daño, la herencia del relativismo delictivo y de la complacencia ante el crimen resurge dando nueva vida al monstruo que despierta para seguir depredando.
Tal vez no supimos o erróneamente creímos innecesario explicar al país el desastre moral y democrático que fue el fujimorismo. En política las responsabilidades no son solo individuales. Tenemos parte de la culpa de esta fatal resurrección pues cada uno se dedicó a lo suyo y dejamos que la sociedad volviera a contaminarse con el fujimorismo que pretende retornar por la vía del voto popular. Con toda soberbia aspiran al voto, comprado o inoculado por la alineación mediática, periódicos, canales y radios que se dicen democráticos, decididos a atacar perversamente a Ollanta Humala y demolerlo previa recepción de los dineros de las mafias. Han subastado su opinión como en las peores épocas. Y el difamatorio programa de Jaime Bayly es el símbolo de su torpeza y falta de escrúpulos.
Lamentable que muchos peruanos se dejan influir, orientar o comprar el voto, caso del agraviante asistencialismo en los pueblos jóvenes denunciado por la prensa española, y aceptan y difunden los argumentos más simplistas primarios e irracionales como aquello de que Humala nos quitará a nuestros hijos y nuestras propiedades y que gobernará como Hugo Chávez. “Y si lo dicen los medios es la verdad”.
Nos resulta difícil poner racionalidad y verdad en lo que viene sucediendo, aclarar el significado moral y político de lo que estamos viviendo. Por ello es tan importante el relanzamiento del Foro Democrático. Porque algo podemos hacer y de seguro a tiempo para que el poder mediático unido al político defensivo de los mafiosos no nos impongan nuevamente a los fujimoristas que pervirtieron la vida pública.
Tenemos la opción de difundir el voto de la decencia frente al de la probada criminalidad antidemocrática. Ni siquiera debemos recurrir a la ideología. El apoyo de los Vargas Llosa, valiente y consecuente, proviene de distinguidos liberales sociales que rechazan principistamente el desastre fujimorista. Como bien dice el eslogan de Humala, la honestidad hace la diferencia. Y esa honestidad no ideologizada significa toda una revolución moral en un país en el que la corrupción ha ido lamentablemente ganando terreno.
Lo que viene sucediendo a partir de la demolición concertada de Ollanta Humala por los medios masivos de comunicación evidencia la deformación y vulnerabilidad de nuestros espacios públicos, la desigualdad en nuestra comunicación individual y colectiva. “¿Qué país habitamos, quiénes somos, cuando nos creemos estos cuentos y dejamos que alimenten nuestros miedos y deformen nuestras deliberaciones colectivas?”. Lo pregunta Jorge Secada, profesor peruano de la Universidad de Columbia. Y agrega: “Nada ni remotamente parecido al historial judicialmente comprobado del "fujimorismo" puede imputársele a Humala”.
El relanzado Foro Democrático tiene a su favor su corajuda resistencia y la experiencia política vivida después de la histórica Marcha de los Cuatro Suyos. Lamentable que cuando pensamos que el animal estaba muerto no lo estaba. Ahora tiene no uno sino muchos rostros y una vitalidad que viene de la defensa de las mafias y de la calidad del botín que esperan usufructuar. Son las mismas mafias las que hoy pagan a los medios para comprar su impunidad y sus renovadas posibilidades. Las que defienden con uñas y dientes la posibilidad de la amnistía, del indulto, de la libertad para seguir actuando. Se les apareció la virgencita y nada puede impedir que financien millonariamente el milagro de la libertad que esperan si KFujimori asalta el poder.
El reto del Foro Democrático es enorme, nada menos que enfrentar a toda una maquinaria mediática tradicional vendida al mejor postor como en los peores tiempos del dictador. Pero nuestro capital humano es muy grande, incluso entre los jóvenes que estaban en el vientre materno el 5 de abril de 1992 y que hoy cumplirán 20 años. Si difundimos, explicamos y luchamos por ideales y principios nos escucharán tendremos la oportunidad de aportar a su formación con una lección de ética política práctica. Para que se comprometan políticamente con su país, ojalá sin tener que colocarse en una trinchera defensiva ante la amenazante continuidad del gobierno más siniestro de nuestra historia.
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