A una semana de las elecciones ya en la dinámica de la segunda vuelta Humala y Fujimori se movilizan por votos, alianzas y ofertas. ¿De qué lado está el interés nacional? ¿Cómo afirmar los consensos democráticos y dejar atrás la amenaza del retorno del flagelo fujimorista que sufrimos durante once largos años?.
Ollanta Humala ha abierto el diálogo con base en su compromiso público (verlo en http://filesocial.com/5dxm98m ) que le permitirá acumular fuerzas para preservar democracia y desarrollo. El pacto social es un signo de los tiempos y una urgencia en este momento y así lo han entendido los humalistas a contracorriente de los fantasmas chavistas que se están utilizando para entronizar nuevamente al fujimorismo. Olvidan que Hugo Chávez es el mejor discípulo de Alberto Fujimori y que guarda muy buenas migas con Montesinos a quien protegió en su huída.
Propicio recordar que desde los años noventa los demócratas peruanos nos reunimos y logramos el Acuerdo de Gobernabilidad que firmamos el 26 de noviembre de 1999 en el Hotel Bolívar bajo el liderazgo de Gustavo Mohme Llona, quien trazó una línea patriótica de compromiso con la democracia y la construcción nacional. Gracias a ese Acuerdo pudo organizarse la resistencia contra el fujimorismo y derrotarlo en la ya histórica Marcha de los 4 Suyos, que fue iniciativa de Javier Diez Canseco.
Porque estuvimos entre los organizadores de esa resistencia, y a la muerte de Gustavo Mohme Llona ejercimos la Secretaría Técnica de ese histórico Acuerdo, es que rescatamos con conocimiento de causa su valioso significado para la democracia. Suscrito por 14 organizaciones políticas, derecha, centro e izquierda, confluyeron para rescatar al país de las garras de una dictadura que arrinconó políticos y compró medios de comunicación para dejar a la ciudadanía inerme ante la represión y la corrupción.
El 23 de abril, en plena Semana Santa recordaremos la desaparición de Mohme Llona y su ejemplo de lucha democrática. Que nos ayude a la lucidez. No estamos ante otra época ni ante rostros diferentes, son los mismos que gobernaron el oncenio y consideran a Fujimori Fujimori, el mejor presidente de la historia del Perú.
Nos están tratando como débiles mentales, sin memoria y sin voluntad. Por ello es histórica la carátula y el editorial del último número de Caretas, precisa muestra de indignación ante el atropello y la presunción de nuestra debilidad democrática.
El país no se construye solo, todos estamos involucrados en los objetivos nacionales para los cuales la preservación de la democracia es esencial. El punto de partida de cualquier negociación. Lo fundamental es confianza y credibilidad. Quienes hicieron de la mentira y la impostura un estilo de gobierno no califican para el diálogo.
No faltan quienes añoran la mano dura y el avasallamiento. Pero la globalización no es tiempo de dictaduras, lo primero que funciona es el rechazo al abuso emparejado con la corrupción. Mubarak y Gadafi son exponentes de esa especie de dictadores en desaparición. La rabia contra ellos trasciende fronteras. Y la globalización de la justicia condena a los autores de crímenes de lesa humanidad como sucedió con Alberto Fujimori en el Perú y hace dos días con Bignoni en Argentina recluido a perpetuidad.
Las economías se levantan con el esfuerzo de todos, la sociedad debe compartir los resultados por lo cual la redistribución ostenta la mayor legitimidad posible. Bandera tan legítima como la anticorrupción que rechaza a quienes usan la política y la economía para el beneficio propio postergando justificados reclamos sociales.
A nadie escapa el valor del diálogo en un país tan desencontrado como el nuestro. Lo demostraron los luctuosos sucesos de Bagua en cuyo aniversario, este 5 de junio, estaremos decidiendo el destino nacional. Con un Parlamento fragmentado, sin mayoría que apoye al presidente, la fecha es un símbolo y debe impulsar una concertación que funcione, que se abra al cambio. De Humala depende que su convocatoria a los mejores sea efectiva y eficiente.
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