domingo, 28 de octubre de 2012

RESCATAR EL PERIODISMO DE CALIDAD


 
EL PAIS Y LA CRISIS DEL PERIODISMO

Nos referimos al diario El País, una de las catedrales del periodismo mundial en español, plural, democrático, con opiniones de primer nivel, fuente obligada de consulta para diferenciar entre comentarios y noticias. Su crisis laboral ha dejado sin trabajo a la tercera parte de sus periodistas y las repercusiones llegan hasta nosotros. Mientras ellos reaccionan con huelgas, por acá seguimos fieles a la prensa en papel sin escuchar a quienes pregonan la extinción de la profesión periodística. No nos sentimos tocados y nuestro optimismo  podría estar fuera de lugar y tornarse irracional cuando vemos que grandes diarios y revistas dejan el papel para optar por el soporte digital.

Los agoreros están sepultando prematuramente al periodismo puro y duro, esencial para la democracia y para la vida en sociedad, que debe  sobrevivir manteniendo intacto su espíritu y su independencia de los poderes políticos y económicos y aún de la plataforma tecnológica sobre la cual se desarrolla.

Esto último resulta difícil pues la Internet ha desfasado el modelo de negocio empresarial de medios y también el ejercicio del periodismo desde que la información es hoy ubicua, gratuita y sobre todo inmediata. La periodicidad ha fallecido por el ataque de inmediatez asestado por la Red donde la información se renueva minuto a minuto. Los periódicos ya no tienen razón de ser y la prensa escrita está literalmente jaqueada.

En el Perú podríamos morir de optimismo sin que se produzca un debate serio sobre la doble crisis que aqueja a la prensa. Aunque sepamos que la política del avestruz no impedirá que la crisis llegue. Más aún cuando en otros países se aborda preventivamente el rescate del periodismo de calidad y su renacimiento.

El problema tiene dos caras: un periodismo que va perdiendo credibilidad social y una publicidad que disminuye mermando los ingresos de los grandes medios. Sin lectores ni publicidad no hay nada.

El enemigo no es la tecnología, siempre lo es y lo será el mal periodismo. Recuperar la credibilidad obligará a ejercer el buen periodismo, conectado al interés general, antídoto de la corrupción pública, la tibieza, el conformismo o el aburrimiento social.

El desafío se plantea respecto de la cultura digital multimedia y del periodismo obligado a investigar, a denunciar con pruebas y sin maledicencia, a buscar lo relevante, a hacer interesante lo importante, a difundir comentarios bien informados, a mantener opiniones analíticas, disponer de exclusivas, intentar la cohesión de la sociedad, a ayudar a las sociedades a madurar. El mejor periodismo hace mejores sociedades.

Las empresas de comunicación necesitan recuperar credibilidad ya que trabajan al igual que los bancos y entidades financieras con la confianza del público. Y lo harán de la mano de la ética y de la autocrítica.

La crítica, tan natural en el ámbito periodístico, debería aplicarse a los propios medios. Los ensayos sobre la crisis de la prensa pueblan bibliotecas, virtuales y físicas. Internet está plagada de comentarios sobre la muerte del papel. No es noticia el desencanto de la ciudadanía con los medios tradicionales. Razones para el pesimismo.

Ante ello los editores tienen dos caminos: a) periodismo de bajo costo para captar audiencias masivas con información barata, proveniente de buscadores de noticias o blogueros gratuitos o b) periodismo de calidad. Los primeros derivan al sensacionalismo, la confrontación ideológica y a la polémica interminable. Los segundos deben hacer rentable la calidad apelando a la salud democrática tomando y cancelando algunos modos de trabajar anacrónicos, inútiles o disfuncionales. En ese punto estamos.

Finalmente, me sumo al merecido homenaje tributado a Raúl Wiener, periodista de raza, valiente y consecuente en su defensa de los desfavorecidos, siempre firme en sus principios éticos y políticos.

viernes, 19 de octubre de 2012

SIMBOLICO NOBEL DE LA PAZ


 LAURELES PARA EUROPA

La Unión Europea acaba de recibir el Premio Nobel de la Paz, un galardón muy merecido para un conjunto de países con una trayectoria excepcional no sólo en favor de la paz sino también de los valores más preciados de la humanidad. El viejo continente es la cuna de la democracia y de la racionalidad bien entendida. También del respeto por la persona y por los Derechos Humanos, por la dignidad humana, la libertad, la justicia y el  imperio de la ley. Sin olvidar la defensa de la naturaleza y de la vida desde el movimiento ecologista. Con especial admiración para el movimiento de la Ilustración y el llamado Siglo de las Luces que dio extraordinario impulso libertario e independentista a través de la Revolución Francesa a todos los pueblos.

El Premio Nobel de la Paz ha recaído excepcionalmente en un continente que atraviesa una crisis económica y financiera que la ha colocado cerca de la muerte por lo cual aún sigue en cuidados intensivos.

Se ha dicho que las crisis son grandes oportunidades para el crecimiento y la reflexión, para ir hacia nuevas formas de desarrollo y convivencia armónica y de hecho así está funcionando pues están replanteando su modelo de unidad buscando la unión bancaria, fiscal y política en la UE

Europa dejó atrás las guerras pero enfrenta un terremoto prolongado que la sacude y amenaza su moneda común, el Euro primera herramienta de compromiso e integración y esperanza de autonomía en un mundo globalizado.

El eje franco-alemán lidera Europa afirmando su perspectiva de una unión bancaria y una unión fiscal que vendrá después. La unión política a la vista con 27 miembros, que serán 28 con la próxima adhesión de Croacia, se presenta como un desafío al manejo democrático y dialogante por las diferencias existentes en los niveles de desarrollo. El Parlamento Europeo y los parlamentos nacionales impulsan una plataforma común a la manera de una Eurocámara que coordina con los organismos regionales para gobernar la economía que se escapa de las manos ante las presiones globales.

El Premio Nobel destaca ante el mundo los logros de la Unión Europea que ha asegurado la paz y un modelo social que es un faro de esperanza ante tantas desigualdades y ausencia de solidaridad. Esperanza para todos y especialmente para las nuevas democracias de Europa del Este y los Balcanes.

Desde otra mirada la crisis significa para las élites económicas y sociales un conjunto de duros desafíos y claras oportunidades para discernir entre políticas de austeridad y de estímulo a fin de recuperar el crecimiento ante la necesidad de replantear algunas aristas del modelo económico determinado por los mercados.

Debemos ensalzar la Europa democrática, humanista, social y redistributiva y en este sentido va el Nobel de la Paz. Para que los logros no se diluyan ni se pierdan ante el descrédito de la política y de la democracia bajo presión global. Aun en tiempos duros la UE seguirá siendo fuente de inspiración y vigoroso modelo social para los países y pueblos del mundo. Felicitaciones!!

 

viernes, 12 de octubre de 2012

LA DECISION DE OLLANTA



EL INDULTO Y LA ETICA

La ética forma parte del mundo globalizado, de los valores y de la utopía de convivencia armónica. Responde a la racionalidad para alcanzar objetivos concretos de perfeccionamiento individual y social.

Durante mucho tiempo luchamos contra ese estilo fujimorista que se caracterizó por un repudiable pragmatismo que no se detenía ante ninguna ley humana o divina. Su norma fue la prepotencia sin matices y su estilo el de su líder.

Cuando Fujimori cayó, cayeron con él los antivalores que lo sostuvieron. Lo vimos retornar al Perú e ingresar al penal. Un ejemplar juicio justo dejó una lección indeleble ante el mundo y en especial a esos jóvenes que crecieron creyendo que el crimen paga y que puede forjar ciudadanos afortunados y privilegiados con dinero para gastar y poder para disfrutar.

Alberto Fujimori en prisión, con una pena surgida de un proceso debido, significó y significa un triunfo del bien sobre el mal. El mal encarnado en una década de fuerza y corrupción, de manejo autocrático que llegó al crimen y a la violación de derechos humanos.

El daño que Fujimori hizo a la nación y a la sociedad no será resarcido, va más allá de los delitos puntuales por los cuales ha sido sancionado y se resiste a pedir perdón con una soberbia que forma parte de su personalidad. Desde este aserto ninguna pena sería suficiente para la recuperación de la conciencia colectiva que felizmente comenzó cuando los íconos de esa década estuvieron tras las rejas.

No se trata de fujimorizar la agenda política ni de confundir justicia con venganza, menos aún de hacer escarnio o maltrato personal. Por supuesto que las razones humanitarias sensibilizan al más pintado pero la democracia ya va demostrando su superioridad ética, esencial para la convivencia, al tenerlo alojado en prisión en condiciones de privilegio. Nadie podría decir que sufre como pasó con Leguía dramáticas circunstancias que aceleraron su fallecimiento.

Es cierto que en función de esa superioridad ética Humala podría conceder un indulto humanitario pero su responsabilidad será inmensa ante el mundo si no puede demostrar que no se concede consagrando la impunidad y que el crimen no paga en ningún caso.

Fujimori cumple una condena de 25 años de prisión por delitos de lesa humanidad para los cuales no existe indulto. Lo saben sus hijos que han presentado su solicitud precedida de una gran campaña mediática basada en emociones más que en razones.  Estamos ante un perdón prohibido, solicitado sin propósito de enmienda, que se puede contemplar sólo por razones humanitarias, si y solo si, se comprueba que padece una situación médica extrema. Nunca debería concederse por privilegio y menos haciendo caso omiso de su trayectoria de cinismo e insensibilidad desde el poder.

Finalmente el indulto para quien fue dueño de vidas y honras y paseó su prepotente sonrisa burlona y sus guiños a delincuentes probados, debe ser materia de mucha reflexión para que no se convierta en grave error y mal ejemplo que nos avergüence ante nuestros hijos y ante el mundo. No olvidemos que “Donde existe la misma razón existe el mismo derecho” como reza un principio jurídico aplicado en todas las legislaciones. Si el MOVADEF está en las filas a favor del indulto a Fujimori es porque espera que por las mismas razones Abimael Guzman pudiera ser favorecido, en similares circunstancias, con el indulto presidencial. Y ahí comenzaremos nuevamente a debatir principios y no intereses en una sociedad obligada a defender, por encima de conveniencias políticas, la ética y los valores.

 

EL DEBATE SOBRE LA RESPONSABILIDAD DE LOS MEDIOS


EN NOMBRE DE LA VERDAD

El único límite a la libertad de expresión es la incitación a la violencia o al delito. Límite que no aparece muy claro en los concursos cuyos protagonistas van voluntariamente al cadalso de su intimidad por una paga. Tampoco en la producción o la conducción que obtiene el desvelamiento público de los secretos y miserias mejor guardados. En el mercado de los realitys shows todo puede suceder sin responsabilidades mayores ni limitaciones aunque estemos ciertos de que pueden incrementar la violencia por desvalorización colectiva, algo que sucede en todo el mundo incluyendo los países europeos, cuna de la ética occidental. Los valores se trasgreden y banalizan cotidianamente en el altar del rating y la popularidad lo que a su vez da dinero por publicidad.

El asesinato de Ruth Thalía Sayas, la ya tristemente célebre primera concursante de ‘El valor de la verdad’ a manos de Bryan Romero, es la gran telenovela periodístico-penal del momento. Su guión ha generado cientos de horas de producción informativa, prensa escrita, radial, internet y por supuesto televisiva. Y promete muchas horas más de truculencia, detalles morbosos, testimonios, histeria, recriminaciones y vendettas periodísticas en una saga que el morbo alienta a reproducir. No será la primera ni la última tragedia que desencadena una dinámica negativa pero sumamente rentable.

¿Dónde está la ética de medios y periodistas que pueda poner límites a los contenidos que consumimos? ¿Existe autorregulación de medios de comunicación y de periodistas?

‘El valor de la verdad’ es un programa más entre varios que no son inocuos. La exposición de las miserias de la gente junto a la permanente y sistemática crónica roja crea un microclima que da lugar al comentario y al chisme y lamentablemente puede resultar modélico para espectadores jóvenes y menores que pueden no analizar correctamente los mensajes de este tipo de programación que en el Perú ya ha desencadenado el asesinato de una mujer. Estamos hablando de valores y de ejemplos en un país en que el machismo malamente extendido provoca perversiones y delitos como el feminicidio.

Es el momento de hablar claro respecto de la responsabilidad de los medios, de los periodistas y del público en general. Todos aceptan estos productos y se felicitan por su rentabilidad sin detenerse a pensar en el daño colectivo ni en la violencia que pueden estimular. No cabe rasgarse las vestiduras cuando algo terrible sucede y después mirar a otro lado. Bien ha señalado Gonzalo Portocarrero que este tipo de programas televisivos produce en el público un gozo fuera de toda ley y moral. “Un gozo que envilece, que en vez de enriquecer a la persona la degrada. Que implica siempre algún tipo de desconocimiento y desprecio por las particularidades del otro. Se trata de una burla sobre la desgracia ajena que impide el desarrollo humano auténtico”.

Valiente comentario y muy valioso por lo inusual. Pocas veces se critica a los medios de comunicación y a la prensa por sus excesos y nunca cabe esperar de ellos un mea culpa por los contenidos negativos que se lanzan a la sociedad. Tampoco de la sociedad. Nadie hace un mea culpa por alentar estos formatos que estimulan lo peor en las personas, la maledicencia, el chisme, la vulgaridad que linda con lo delictivo y siempre con lo inmoral.

Y si algo puede extraerse de positivo en este penoso crimen es que también ha producido algún rechazo hacia quienes lucran con la situación creada. Libertad no es libertinaje. Si los medios no desean que se les imponga alguna regulación es necesario que se autorregulen para que logren el equilibrio entre rentabilidad y calidad en los contenidos televisivos. No hay que olvidar que el periodismo y los medios trabajan con la confianza de la gente y la pueden perder. Su mayor capital es la credibilidad y para mantenerla deben ofrecer la mayor calidad. El Defensor del Lector, del oyente o del televidente es una institución que funciona muy bien en otros países y que debería ingresar pronto al debate nacional en su calidad de bisagra entre el medio de comunicación y su público, cada vez más necesaria. Seguiremos.